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―¿Quién era aquel individuo? —preguntó el rey—. ¿Qué aspecto tenía?

―Llevaba un abrigo de pelo —le respondieron—, y usaba un cinturón ancho de cuero.

―¡Era el profeta Elías! —exclamó el rey.

Entonces envió a un oficial con cincuenta soldados, a arrestarlo. Lo encontraron sentado en la cumbre de una colina. El capitán le dijo:

―Varón de Dios, el rey nos ha mandado a que te llevemos ante él.

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